Se trata de un conjunto de dermatosis de origen inflamatorio que pueden presentarse de forma crónica (por varias semanas) o de forma aguda (algunos días) que evolucionan por episodios y brotes durante varios meses. Generalmente son condiciones benignas y su causa específica es desconocida.
Clínicamente se caracteriza por la aparición de pápulas rosas, naranjas o purpúreas que evolucionan hacia vesículas, las cuales pueden generar pequeñas ulceras con costra.
Suele ser asintomática, aunque en sus formas agudas puede aparecer ardor con picazón y síntomas generales.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, por lo que es importante la valoración por un médico dermatólogo.
En ocasiones puede ser necesaria la toma de una biopsia, aunque los hallazgos pueden ser variables, ya que depende de la evolución de las lesiones. Para tener un diagnóstico correcto es esencial la buena correlación clinicopatológica.
Es importante diferenciarla de otras enfermedades como son la varicela o exantemas variceliformes por virus herpes simple o enterovirus, vasculitis, psoriasis en gotas, pitiriasis rosada o versicolor, vitíligo, liquen escleroatrófico, morfea guttata, entre otras.
FOTOTERAPIA
En esta patología, la luz solar es útil y se ha documentado una excelente respuesta terapéutica a la fototerapia UVB de banda estrecha. Se considera como primera línea de tratamiento por su baja tasa de efectos adversos.
Cualquier duda o consulta se debe consultar con su médico.