La alergia al sol, término común para un grupo de trastornos conocidos como fotodermatosis, representa una causa frecuente de consulta dermatológica, especialmente en climas tropicales. En la Unidad Dermatológica de Fototerapia (UDF), comprendemos el impacto que estas enfermedades pueden tener en la calidad de vida, por lo que te brindamos información que puede ser de utilidad.

¿Qué es exactamente una alergia al sol?
Aunque se le llama «alergia al sol», en realidad abarca diversas condiciones cutáneas provocadas o exacerbadas por la exposición a la luz ultravioleta (UV), tanto natural como artificial. Las más comunes incluyen:
1. Erupción polimorfa lumínica (EPL)
Es la fotodermatosis más frecuente. Suele aparecer en primavera o verano, al exponerse al sol después de un período prolongado. Se manifiesta como pápulas, placas o vesículas en zonas descubiertas como cuello, escote, brazos y dorso de manos. Aunque no es grave, produce intensa picazón y recidivas frecuentes.
2. Urticaria solar
Se presenta como ronchas o habones pocos minutos después de la exposición solar. Aunque es menos frecuente, puede generar síntomas sistémicos si la exposición es intensa. Su diagnóstico suele ser clínico, pero puede requerir fototest.
3. Fotosensibilidad inducida por fármacos o químicos
Algunos medicamentos (tetraciclinas, antiinflamatorios, diuréticos) o productos tópicos, pueden provocar reacciones de tipo fotoalérgico o fototóxico. Estas lesiones aparecen solo en zonas expuestas y pueden confundirse con quemaduras solares.
4. Enfermedades autoinmunes fotosensibles
Patologías como el lupus eritematoso cutáneo o sistémico, o la dermatomiositis, presentan fotosensibilidad como uno de sus principales síntomas. En estos casos, las lesiones solares son más persistentes y pueden acompañarse de signos sistémicos (dolor articular, fatiga, fiebre).

Diagnóstico diferencial
El diagnóstico de la “alergia al sol” requiere una historia clínica detallada, ya que muchas enfermedades pueden simular reacciones fotodérmicas. Algunas ayudas para definir el diagnóstico pueden ser:
- Fototest con luz UVA y UVB: para determinar el umbral de sensibilidad y caracterizar el tipo de fotodermatosis.
- Fotopatch test: útil cuando se sospecha una fotoalergia de contacto.
- Biopsia cutánea: en casos donde se requiere descartar lupus, vasculitis u otras enfermedades inflamatorias.
- Revisión farmacológica: detallada de medicamentos y productos cosméticos utilizados por el paciente.
Manejo terapéutico y educación del paciente
El tratamiento debe ser individualizado, enfocado no sólo en aliviar los síntomas, sino también en prevenir recurrencias.
1. Educación y fotoprotección
- Uso diario de bloqueador solar con amplio espectro (UVA, UVB, visible e infrarrojo), idealmente con FPS ≥50+.
- Reaplicación cada 2 horas o después de sudar o nadar.
- Ropa con filtro UV, sombreros de ala ancha y gafas de sol certificadas.
- Evitar la exposición entre las 10 a.m. y 4 p.m., cuando la radiación es más intensa.
2. Tratamiento farmacológico
El uso de medicamentos como antihistamínicos orales, corticoides tópicos, inmunomoduladores entre otros, depende del diagnóstico definido.
3. Fototerapia de inducción de tolerancia
El uso de fototerapia de última generación permite a través de exposiciones controladas y progresivas a UVB o UVA, «entrenar» la piel para reducir la reactividad a la luz. Este procedimiento se realiza bajo indicaciones precisas y ha demostrado ser eficaz en pacientes con EPL recurrente.
4. Acompañamiento psicológico y calidad de vida
La fotosensibilidad puede limitar la vida social, laboral o recreativa del paciente. Por eso, es importante recibir acompañamiento integral, incluyendo asesoría psicológica si es necesario, para mejorar la calidad de vida y fomentar la adherencia al tratamiento.